Tiene como objetivo ayudar, orientar y tratar tanto a la familia desde la gestación como al niño en las diferentes etapas de su desarrollo desde el punto de vista psíquico, físico y social; siendo fundamental para resolver las disfunciones del bebé producidas durante el parto, incluso de malas posiciones uterinas.
“Cuanto antes se empiece a trabajar un problema, más fácil será evitar compensaciones y lesiones posteriores”
Todos sabemos que la cabeza de los recién nacidos es muy frágil. Hay zonas en las que se pueden notar incluso el pulso de las arterias que hay dentro de la cabeza porque los huesos tienen que terminar de desarrollarse, siendo muy frágiles y de un tejido similar al de los cartílagos. Al tener que estrecharse la cabeza para poder pasar por el canal del parto, quizás llegue a provocar lesiones que perduran toda la vida y que son las que explican muchos dolores que de mayores no entendemos de dónde vienen.
Debido a esto es importante realizar a los bebés un diagnóstico antes de los tres meses, ya que a partir de ese periodo hay estructuras que empiezan a consolidarse y que dificultan el tratamiento de esas lesiones previas..
También, cualquier caída, golpe, o accidente durante el periodo pediátrico (0-16 años), puede generar alteraciones que descompensen el organismo para toda la vida. La osteopatía (enlace interno) es la técnica que se emplea para poder resolver estas lesiones y los dolores que conllevan.
Si ha sido un embarazo con alguna complicación tipo dolores de ciática, lumbalgias, cefaleas, haber padecido algún accidente, preeclampsia y demás alteraciones médicas que requieren una atención especial.
Si no ha sido un parto natural, es decir, acelerado, adelantado o con cesárea; tanto si es programado como acelerado; instrumentado con fórceps; episiotomía; con anestesia (epidural o general); e incluso si es demasiado lento o rápido.
Si el bebé muestra algún síntoma que llame la atención a los padres como problemas de succión, llanto fuera de la normalidad, estreñimiento, vómitos, deformaciones craneales, posturas repetidas o movimientos no asimétricos.
Caídas del cambiador o de la cama
Dolores de cabeza, de tripa, de las articulaciones.
Infecciones repetitivas como otitis, bronquitis, anginas, vegetaciones.
Trastornos digestivos.
Trastornos del sueño.
Retrasos del desarrollo psicomotor.
En caso de caídas o accidentes.
Agresividad, alteraciones del comportamiento.
Hiperactividad, TDAH, depresiones.
Maloclusiones dentales, deglución atípica, ortodoncias.
Estrabismos y defectos visuales.
Incontinencia urinaria.
Además, hay ocasiones en las que los niños lloran o se quejan sin que exista nada que lo justifique, pero es importante entender por qué lo está haciendo. A veces se puede explicar por lesiones o disfunciones osteopáticas que provocan incomodidad y que, si no se pone remedio cuanto antes, el organismo busca compensar y solventarlo de alguna manera. Esto comienza a cambiar el desarrollo de la estructura ósea o postura y puede dar problemas en la edad adulta. Así que si tratamos cuanto antes las lesiones:
Evitamos compensaciones que pueden generar otros problemas.
Es más fácil que se resuelvan, puesto que los tejidos son más moldeables.
Ayudamos a que el niño tenga un desarrollo más óptimo aportando a su genética las mejores condiciones posibles. Esto no significa que porque los niños vayan al osteópata van a ser los más inteligentes.
En caso de que el niño tenga algún problema o lo vaya a tener, el organismo está más preparado para afrontarlo.